REFLEXIÓN PASTORAL

23.09.2024 08:42

REFLEXIÓN PASTORAL

Lc 15, 4-28: “La oveja perdida”

 

Hace años que los Papas han avisado a los pastores-presbíteros que las ovejas se extravían y que hemos de pensar seriamente qué estamos haciendo mal, o qué más podemos hacer para que esto no ocurra delante de nuestras narices.

 

San Juan Pablo II nos decía “duc in altum”, echen las redes al mar; Francisco tiene expresiones castizas, “Iglesia en salida”, “pastores con olor a oveja”; Benedicto XVI nos recordaba a los pastores que hemos de salir de nuestro jardín y encontrarnos con los alejados. En definitiva que la Iglesia ha de ser misionera ahora y siempre: “id al mundo entero y proclamad el Evangelio (la Buena Noticia)” (Mc 16, 15-18).

 

Hoy en día, esta reflexión se hace más necesaria que nunca, porque muchos bautizados que han recibido el regalo de la fe han dejado de cuidarla, han abandonado la práctica religiosa y no consideran la Iglesia ni la comunidad parroquial como lugar de encuentro donde celebrar su fe y vivir la experiencia del amor de Dios. Algunos conversos y reconvertidos se acercan a experiencias religiosas que están en auge, grupos Alfa, Hakuna, Carismáticos, Neocatecumenales, etc. Pero no siempre estas experiencias acercan a comunidades estables y duraderas como deben ser las parroquias. En el mejor de los casos van por libre picoteando aquí y allí.

 

La responsabilidad de que los bautizados encuentren cierta estabilidad para vivir su fe comprometida en la Iglesia es fundamentalmente de los presbíteros, pastores de almas a quienes Cristo y la Iglesia han encomendado su cuidado. Nosotros estamos buscando fórmulas, métodos de liderazgo, pero mientras las ovejas descarrían y se pierden. Ratzinger, entonces no era Papa, decía que la pastoral ordinaria y sencilla nunca pasará de moda, podremos usar y actualizar métodos y recursos, pero la predicación, la catequesis, los sacramentos y la liturgia han de estar siempre en la base de nuestra tarea pastoral.

 

Para ello hemos de recibir y actualizar una buena formación teológica, tenemos una gran Facultad de Teología que pone a nuestro alcance esa posibilidad. Aunque el clero valenciano no destaca por su presencia en sus aulas. No valoramos suficiente encontrarnos con los hermanos sacerdotes para reflexionar sobre el trabajo pastoral de equipo y algo tan simple como rezar juntos. Nos ocupan otras preocupaciones, dar clases, encontrarnos con curas amigos o afines, acudir a “nuestras comunidades”, incluso de congregación religiosa, que anteponemos, a veces, a la comunidad parroquial que el Obispo me ha encomendado y que, lo digo muy en serio, su salvación depende sobre todo de mi. Da igual que vaya vestido con sotana, que parece que se ha puesto de moda, con clergiman o de paisano, lo que importa es que vayamos a buscar a las ovejas perdidas o descarriadas. Nuestra vida sacerdotal no tiene ningún sentido si no la entregamos por las ovejas cada hora, cada día, toda ella y entera.

 

Estudio y oración, Cristo en nuestra vida entregada totalmente por Su Iglesia. Sólo así renovaremos nuestra Iglesia diocesana. Hemos de sentirnos realmente UNA, con el Pastor a la cabeza. Nos falta humildad y entrega, a mí el primero. La Eucaristía diaria ha de ser la fuente de agua viva y el pan que nos alimente para trabajar la Viña del Señor.

José Antonio Varela Ferrandis

Párroco en Benimaclet